Cuando una marca centenaria se convierte en grupo internacional, el reto no es solo evolucionar: es reimaginar su papel con una ambición completamente nueva. Bollo pasó de ser la empresa frutícola líder en melón y cítricos del mercado español a convertirse en la insignia de un nuevo macrogrupo agroalimentario con más de ocho compañías integradas, más de 500 millones de euros en facturación y presencia global. Su proyecto, que Nadie lideró, no era solo de branding: era de alineación estratégica, de arquitectura de valor, de diseño del futuro.
EL SALTO ESTRATÉGICO: DE MONOPRODUCTO A MARCA MULTIFRUTA.
El desafío era dotar de dirección, identidad y cultura a un proyecto en plena expansión, con nuevas marcas, productos, targets y mercados. Y había, además, que integrar un cambio estratégico clave: pasar de una marca monoproducto a la marca icono de un grupo multifruta, capaz de mantener su autoridad en sabor y calidad mientras amplía su portafolio con la máxima autoexigencia de coherencia y aspiracionalidad. La arquitectura debía evolucionar sin fractura: Bollo debía seguir siendo Bollo, aunque ya no fuera solo una variedad. Y había que hacerlo sin perder el capital simbólico de Bollo: su legado agrícola, su reconocimiento como referente de sabor, y su conexión emocional con un producto icónico. La respuesta fue construir una cultura de marca capaz de articular toda la cadena de valor del grupo: desde la finca hasta la experiencia del consumidor, desde el agricultor hasta el inversor o el retailer.
UNA VISIÓN QUE NACE DEL CAMPO.
El hallazgo clave surgió desde el propio terreno. En la finca El Cerro, descubrimos un modelo agrícola pionero y propietario: la agricultura bio-inclusiva. Un sistema regenerativo que no solo protege, sino que mejora la biodiversidad. Que no solo mantiene el sabor, sino que lo eleva. Este modelo, impulsado por el equipo de Bollo, se convirtió en la piedra angular del proyecto. Ya no era un experimento. Era una visión. De futuro. De valor.
La nueva plataforma de marca nació de esa visión: “We care for taste. We care for good.” Un principio que une sabor y propósito, y que estructura todas las dimensiones del grupo. Porque disfrutar puede —y debe— ser una forma de cuidar. De cuidar del planeta, de las personas, del futuro. De una agricultura de nivel internacional que impulsa al grupo en los mercados internacionales más exigentes.